Para adentrarnos en esta terapia, he seleccionado información de distintos artículos que encontré publicados en Internet, siendo de interés los artículos de “Punto Vital” sobre este tema así como reflexiones de Néstor Konrnblum , experto en estas técnicas.
Espero sea esta información de interés para conocer lo que la “sonoterapia” significa y que se consigue con su aplicación:
El sonido es el elemento empleado en esta terapia vibracional. Se utilizan distintos instrumentos musicales como diapasones, gong, campanas y cuencos tibetanos realizados con distintos metales, e inclusive la voz humana.
Estos sonidos perfectamente afinados rodean el cuerpo de la persona a tratar, y su frecuencia vibratoria afecta a nivel celular liberando patrones energéticos negativos encapsulados en el cuerpo y la mente. Actúa sobre las ondas cerebrales y todo el organismo entra en resonancia, produciendo una profunda relajación, reduciendo los ritmos cardiacos y respiratorios, haciendo que se produzcan endorfinas, que inhiben el dolor y producen una sensación de bienestar.
Algunos de sus beneficios
Alivio del estrés y la ansiedad
Mejora de la concentración
Mejora de la creatividad
Equilibrio de los hemisferios cerebrales
Equilibrio del sistema endocrino
Alivio de la sinusitis y los dolores de cabeza.
Aumento de la energía por medio de la estimulación del líquido cefalorraquídeo
Traumas port-operatorios
Trastornos circulatorios
Insomnio
Depresión y angustia
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La Sonoterapia por tanto es una terapia complementaria de armonización natural que utiliza el sonido y la música para actuar benéficamente sobre los planos físico, emocional, mental y espiritual.
Las células y los órganos del cuerpo están continuamente vibrando a determinadas frecuencias. Cuando un órgano, estructura o tejido está sano, su vibración está en armonía con el resto del cuerpo. Cuando aparecen trastornos del estado de salud, estas frecuencias se alteran y se rompe la armonía. Utilizando el fenómeno de resonancia acústica es posible modificar estos patrones frecuenciales alterados, estimulando con sonido o música apropiados.
Por otra parte, la mayoría de las personas no emite ciertas frecuencias sonoras en su voz. Esta carencia se relaciona con tensión física o emocional, y enfermedades crónicas o potenciales. Cuando se le proporcionan las frecuencias faltantes, el cuerpo es sutilmente afinado recuperando su ritmos naturales y su armonía.
Las personas que pruebas estas terapias, ya desde las primeras sesiones, notan que los malestares físicos y emocionales se alivian por liberación natural de endorfinas. El estrés, las preocupaciones y la ansiedad se reducen notablemente, y las tensiones musculares se relajan. Gradualmente se van removiendo antiguas memorias impresas en nuestras células, que son las que nos inducen a repetir hábitos, comportamientos, y adicciones emocionales no deseadas, a la vez que realimentan el circulo del malestar psicofísico. La Sonoterapia constituye una estrategia capaz de transformar ese círculo vicioso en un proceso de aprendizaje y crecimiento interior, abriendo las puertas al bienestar físico, emocional, mental y espiritual.
La aplicación de sonido se lleva a cabo trabajando en simultáneo con las técnicas complementarias más adecuadas para potenciar el efecto del mismo. Entre ellas se utilizan también recursos de digitopuntura, cromoterapia, aromaterapia, toning, masaje thai y visualización guiada, para realizar un abordaje holístico personalizado. Los trayectos individuales en sonoterapia pueden ser tan diferentes entre sí como lo son las propias personas.
Los sonidos pueden ayudarnos a volver al equilibrio y sanar por ejemplo, el insomnio
La dificultad para quedarse dormido tiene que ver con un desequilibrio en nuestro organismo. El cansancio acumulado, no vivir en lo que se denomina “el aquí y el ahora” y estar constantemente dándole vueltas a las ideas, provocan que muchas personas no puedan obtener un sueño reparador. Atender este trastorno con sonidos puede aminorar e incluso terminar con este molesto problema.
Falta de concentración, apatía, debilitación del sistema inmunológico y un cambio importante en el estado anímico son algunas de las consecuencias del insomnio. No poder dormir bien es para algunas personas, algo que sucede todos los días – incluso se puede dar por años en casos crónicos – y prestarle atención es primordial para lograr revertir esta situación.
Una de las terapias que resulta efectiva para estas personas y que su carácter natural deja atrás la idea de tomar pastillas para dormir – las que por cierto permiten crear un inquietante hábito de consumo – es la sonoterapia, la que a través de la vibración produce un efecto que contagia la energía con el fin de armonizar aquello que se encuentra en desequilibrio.
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Los seres humanos han empleado el sonido desde los albores de la humanidad para recibir información de su entorno y para comunicarse, así como también para sanar y transformar. Casi todas la culturas antiguas y todas las poblaciones autóctonas creían que el sonido era la fuerza creativa, generatriz, responsable de la creación del universo.
En el Nuevo Testamento podemos leer: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1.1).
El término “Verbo” se refiere claramente al sonido, que es la fuerza divina o fuerza creativa del universo. El vocablo AUM, conocido generalmente como Om en la tradición hindú, se consideraba el sonido impulsor de la formación del universo.
Nuestros científicos modernos, en una típica demostración de suficiencia, sugieren la teoría del “Big Bang” que, sin duda alguna sería el sonido más grande con el que podríamos tropezar.
Lo cierto es que nuestra ciencia moderna occidental es la que aporta las evidencias más convincentes en lo referente al poder del sonido sobre la configuración y transformació n de la materia; lo que constituye el fundamento de su capacidad curativa. Sabemos con toda certeza, como también lo sabían los antiguos, que todo el universo está formado por átomos. Cada átomo está formado por un núcleo (neutrones y protones) y un electrón o electrones que giran a gran velocidad alrededor del núcleo. El número de cada una de estas partículas difiere según la naturaleza de la materia. El movimiento de giro de los electrones origina un compás o cadencia que crea una onda; onda que es posible distinguir mediante nuestra percepción humana como forma o materia. Siempre que coexisten cadencia, onda y forma, se produce Sonido. Este conjunto recibe el nombre de la “Ley de los tres”. No es difícil relacionarlo con otros conjuntos o tríos como el de la “Santísima Trinidad”, así como otros grupos de tres divinidades o aspectos que también se da en otras religiones y culturas.
Si comparamos la distancia de los electrones al núcleo de cualquier átomo, descubriremos que resulta proporcional a la de la Tierra al Sol (de aproximadamente 220 millones de Km). En otros términos, lo que nuestros sentidos humanos perciben como materia, no es otra cosa que un conjunto de campos electromagnéticos resonantes, estrechamente vinculados e interpenetrados: en resumen una manifestación densa de SONIDO (con mucho espacio intercalado) . Toda la materia es sonido y emite sonido, aunque dichos sonidos se encuentren, en su mayoría, fuera de nuestro limitado sentido físico de la audición. Nuestros cuerpo físicos, por consiguiente, son también campos electromagnéticos resonantes, como también lo son nuestras auras, ambos generados por los átomos que nos configuran.
La ciencia de la cimática demuestra de forma visual el modo en que el sonido configura la materia. La cimática consiste en el estudio del fenómeno de las ondas, y fue “descubierto” (como también se afirma que Colón “descubrió” América), en la década de los 30 por el científico alemán, Dr. Hans Jenny. Sus experimentos demostraron que, si se colocan polvos finos, arena y virutas de acero sobre una lámina de metal y se les aplica una vibración de ondas acústicas, dichas partículas se organizaban formando patrones intrincados. Las diferentes sustancias se concentran en los senos o depresiones de las ondas acústicas, destacando de ese modo el lugar donde el sonido es más denso. Estos sorprendentes patrones, también conocidos como figuras Chalynadi, configuran, en el caso de los sonidos armoniosos, mandalas geométricos simétricos. En algunos casos no son simétricos, sin embargo resulta fascinante su contemplación.
Nosotros estamos vibrando constantemente. Cada molécula, célula, tejido, órgano, glándula, hueso y fluido de nuestros cuerpos tiene su propio índice (coeficiente) de vibración. Lo mismo ocurre con cada chakra y cada estrato de campo electromagnético, o aura. Estos puntos y campos de energía son de igual importancia para el cuerpo físico, aunque menos densos. En cierto sentido reflejan el estado del cuerpo físico aunque, lo que es más importante, el cuerpo físico refleja el estado del aura. La ciencia de la cimática prueba más allá de toda duda, que cualquier sonido cercano al organismo humano originará un cambio físico en el interior del organismo y sus campos electromagnéticos. Este cambio puede que solamente sea temporal, pero mientras perdura es posible que provoque ciertos factores muy poderosos y mágicos. Este es el momento de la sanación.
La terapia del sonido se fundamente en este principio de “resonancia en simpatía o solidaria”. El término resonancia se refiere al índice vibratorio de un objeto, y la resonancia solidaria o en simpatía se refiere al hecho de que un objeto vibrante provoca una vibración acompasada en otro; dicho de otro modo, el índice de vibración de un objeto se iguala al índice de vibración de otro objeto. Así es como actúa la cimática, y a esto se debe también el hecho de que algunas cantantes de ópera sean capaces de romper objetos de cristal con sus voces, o de que el ruido de los vehículos en circulación provoque el traqueteo de sus muebles.
Ya hemos demostrado que cada parte del cuerpo y sus campos están vibrando. Es, pues, lógico que cada parte del cuerpo, se trate de un órgano o de un chakra, tenga una frecuencia (índice de vibración) óptima, sana. Cuando estamos enfermos, se debe a que alguna parte de nosotros no está vibrando en armonía consigo misma, con las demás partes o con el entorno. Esta disonancia o enfermedad puede sanarse con sonido y voluntad (intención)‚ devolviendo a las partes enfermas su frecuencia sana.
Al dirigir el sonido correcto hacia nosotros mismos, o hacia la persona que desea ser curada, podremos regresar a una vibración óptima, sana.
La mayoría de las enfermedades empiezan en uno de los cuerpos sutiles. Nuestros pensamientos, emociones y programación negativos adoptan una forma densa, a modo de patrones de energía cristalizados en nuestros campos etéricos. Esos patrones cristalizados van penetrando gradualmente, hasta que, en última instancia, se manifiestan como la enfermedad física en el cuerpo, nuestro campo electromagnético más denso. El sonido es capaz de disolver estas cristalizaciones o energías potencialmente dañinas mucho antes de que lleguen al cuerpo físico. Lo cual no es otra cosa que medicina preventiva en su estado más puro.
Los terapeutas del sonido, en cuya categoría incluyo a los chamanes, sangomas, ciertos monjes y todos los que de manera regular emplean el sonido para sentirse mejor, o para ayudar a otros a que se sientan mejor, cuentan con muchos recursos a su disposición. Los terapeutas del sonido occidentales utilizan una combinación de voz e instrumentos acústicos y sagrados de distintas culturas. Un conocimiento funcional del sonido, intención, intuición y energía provocará cambios poderosos en cada nivel de nuestro ser. Se trata de una terapia holística que actúa en los estratos físico, emocional, mental y espiritual.
Uno de los recursos de sanación por medio del sonido conocidos es la antigua técnica del canto de armónicos. Sus orígenes se sitúan en Asia central, donde ha sido practicado desde hace siglos por chamanes de las razas turkic de Mongolia y Tuva, en Sudáfrica lo practican las mujeres Xhosa y en el Tíbet, donde sólo lo emplean los lamas. También se ha convertido en una bella forma de expresión musical. Conocido como hoomï o khoomeï en Asia, nqokolo por los Xhosa o canto de armónicos en occidente, se trata de una técnica mediante la cual una sola persona canta dos, tres y hasta cuatro sonidos simultáneos.
Por medio de la intención encauzada y empleando el máximo de resonadores posible dentro del cuerpo y el cráneo, es posible amplificar los armónicos (los tonos parciales que componen la voz) o sobretonos del tono fundamental que se está cantando. Esos armónicos se perciben como tonos por encima del bordón bajo (nota fundamental de la voz) en forma de tonos nítidos similares al sonido de una flauta o al tintineo de las campanas.
El “canto de la voz grave” de los monjes del Tíbet y los mongoles, que pocos occidentales hemos dominado, crea un bordón fundamental secundario, ya sea en la faringe o en las falsas cuerdas vocales, que permite la amplificación de un segundo armónico, configurando un total de cuatro sonidos simultáneos. No se trata simplemente de una forma de acrobacia vocal. Al emitirlos se configura una onda muy poderosa que actúa en diversos niveles. Los tonos fundamentales o bajos de la voz actúan principalmente sobre el cuerpo físico, mientras que los armónicos, que podríamos denominar el arco iris de la voz, actúan sobre los cuerpos sutiles. Estos sobretonos, como si de rayos láser se tratara, disuelven y dispersan las cristalizaciones de energía potencialmente dañinas del aura, evitando así que alcancen el cuerpo físico.
Los instrumentos acústicos como el didjeridu, los cuencos cantores tibetanos, gongs, monocordio y tampura, operarán del mismo modo que lo hace la voz, pues todos ellos poseen armónicos audibles. Sin embargo, la voz es mucho más poderosa pues transmite la intencionalidad de un modo más directo de lo que se consigue a través de cualquier instrumento. Los instrumentos e ingenios electrónicos no poseen todo el registro de armónicos y, en consecuencia, tienen un potencial terapéutico muy limitado.
Mediante el empleo regular del sonido combinado con la intención, podemos empezar a vibrar de manera más rápida, a un nivel celular o molecular. Esto recibe el nombre de “subir la frecuencia”. Un índice de vibración más elevado crea mayores espacios entre las células, lo que las hace menos densas, evitando que las energías negativas o ajenas se nos adhieran fácilmente.
El médium norteamericano Edgar Cayce predijo en la década de los 30 que el sonido sería la medicina del futuro. Y el futuro ya está aquí. ¡Levantemos nuestra vibración para ponernos en armonía con las energías de este Nuevo Milenio!
Aspectos importantes a tener en cuenta:
No es necesaria ninguna experiencia musical previa para aprender la técnica de la terapia del sonido o el canto de armónicos.
No es necesario estar enfermo o necesitado de terapia para absorber los enormes beneficios y la transformación que se obtiene mediante el sonido
Algunos de los modos en que el sonido y el canto de armónicos puede ayudar en la sanación:
Alivio del estrés y la ansiedad
Mejora de la concentración
Mejora de la creatividad
Mejora de la visión (física, mental y espiritual)
Equilibrio de los hemisferios cerebrales
Restablecimiento del equilibrio del sistema endocrino mediante la vibración de la hipófisis o pituitaria.
Alivio de la sinusitis y los dolores de cabeza
Estímulo de la actividad de las ondas alfa o meditación profunda
Aumento de la energía por medio de la estimulación del líquido cefalorraquídeo (posiblemente la forma física de la energía kundalini)
Equilibrio y limpieza de los chakras y del aura (y los órganos y glándulas correspondientes)
Limpieza del entorno
Fácil acceso a la intuición y a la conciencia superiores
La curación de enfermedades graves como los cánceres y tumores puede obtenerse también con la práctica frecuente.
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